Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA DE LOS INDIOS DE LA NUEVA ESPAÑA



Comentario

Capítulo IX


357 En el cual prosigue la materia de las cosas que hay en la Nueva España, y en los montes que están a la redonda de México

358 Es tanta la abundancia y tan grande la riqueza y fertilidad de esta tierra llamada la Nueva España, que no se puede creer; mas lo más y mejor de ella, y la que más ventaja hace a todas las otras tierras y provincias, son aquellos montes y corona de sierra, que como está dicho, están a la redonda de la ciudad de México, en los cuales se halla en abundancia todo lo que está dicho y mucho más; y demás de las muchas maneras de árboles y plantas y yerbas virtuosas que en ellos se hallan, tienen en sí tres calidades o diferencia de tierra; porque en el medio en las cumbres es fría, pero no tanto que se cubra de nieve, sino es en unas sierras altas que se hacen cerca del camino que va de la Vera Cruz para México, o en algunas puntas de sierras, que se cuaja algún poco de nieve en años fuertes y tempestuosos y de mucho frío. En estos altos hay pinares muy grandes, y la madera es en extremo buena, y tan hermosa que cuando la labran parece de naranjo o de boj. De lo alto, bajando hacia la costa del norte, va todo tierra templada, y mientras más va y más se acerca a la costa, es más caliente. Esta parte del norte es muy fresca y muy fértil, y lo más del año o llueve, o mollina, o en lo alto de las sierras hay nieblas. Hay muchos géneros de árboles no conocidos hasta ahora por los españoles, y como son diversos géneros, y de hoja muy diferente los unos de los otros, hacen las más hermosas y frescas montañas del mundo. Es muy propia tierra para ermitaños y contemplativos, y aun creo que los que vivieren antes de mucho tiempo, han de ver que, como esta tierra fue otra Egipto en idolatrías y pecados, y después floreció en gran santidad, bien así estas montañas y tierra han de florecer y en ella tiene de haber ermitaños y penitentes contemplativos, aun de esto que digo comienza ya a haber harta muestra, como se dirá adelante en la cuarta parte de esta narración o historia, si Dios fuere servido de sacarla a luz; por tanto noten los que vivieren, y veremos como la cristiandad ha venido desde Asia, que es en oriente, a parar en los fines de Europa, que es nuestra España, y de allí se viene a más andar a esta tierra, que es en lo más último de occidente. ¿Pues por aventura estorbarlo ha la mar? No por cierto, porque la mar no hace división ni apartamiento a la voluntad y querer del que la hizo. ¿Pues no allegará el querer y gracia de Dios hasta a donde llegan las naos? Sí, y muy más adelante, pues en toda la redondez de la tierra ha de ser el nombre de Dios loado, y glorificado, y ensalzado; y como floreció en el principio la Iglesia en oriente, que es el principio del mundo, bien así ahora en el fin de los siglos tiene de florecer en occidente, que es el fin del mundo.

359 Pues tornando a nuestro propósito, digo, que hay en esta tierras sierras de yeso muy bueno, en especial en un pueblo que se dice Cuzclatlan; en toda la tierra lo hay, pero es piedra blanca, de la cual se ha hecho y sale bueno; más esto que digo es de lo de los espejos, y es mucho muy bueno. Hay también fuentes de sal viva, que es cosa muy de ver los manantiales blancos que están siempre haciendo unas venas muy blancas, que sacada la agua y echada en unas eras pequeñas y encaladas y dándoles el sol, en breve se vuelven en sal.

360 Entre muchas frutas que hay en estos montes, y en toda la Nueva España, es una que llaman auacatl; en el árbol parece y así está colgando como grandes brevas, aunque en el sabor tiran a piñones. De estos auacates hay cuatro o cinco diferencias: los comunes y generales por toda esta tierra, y que todo el año los hay, son los ya dichos, que son como brevas, y de éstos se ha hecho ya aceite, y sale muy bueno, así para comer como para arder; otros hay tan grandes como muy grandes peras, y son tan buenos, que creo que es la mejor fruta que hay en la Nueva España en sabor y en virtud; otros hay mayores que son como calabazas pequeñas y éstos son de dos maneras, los unos tienen muy grande hueso y poca carne, los otros tienen más carne y son buenos. Todos estos tres géneros de grandes se dan en tierra bien caliente. Otros hay muy pequeñitos, poco más que aceitunas cordobesas; y de este nombre pusieron los indios a las aceitunas cuando acá las vieron que las llamaron auacates pequeños. Esta es tan buena fruta que se da a los enfermos; de éstos se abstienen los indios en sus ayunos por ser fruta de sustancia. Digo de todos estos géneros de auacates, cómenlos los perros y los gatos mejor que gallinas, porque yo he visto que después de un perro harto de gallina darle auacates, y comerlos de muy buena gana, como un hombre arto de carne que come una aceituna. El árbol es tan grande como grandes perales; la hoja ancha y muy verde, huele muy bien, es buena para agua de piernas y mejor para agua de barbas.

361 otras muchas cosas se hallan [en las] aguas vertientes de estas montañas a la costa del norte, y he notado y visto por experiencia que las montañas y tierra que están hacia el norte y gozan de este viento aquiló[n] están más frescas y más fructíferas. La tierra adentro hacia la parte del sur y poniente en estos mismos montes es tierra seca, y no llueve sino cuando es el tiempo de las aguas, y aún menos que en las otras partes de esta Nueva España, y así es muy grande la diferencia que hay de la una parte a la otra, porque puesto uno en la cumbre de los montes de la parte del norte, como está dicho que lo más del año llueve, o mollina, o niebla, tiene cubiertas las puntas de las sierras; y de la otra parte a un tiro de ballesta, poco más está lo más del tiempo seco, lo cual es muy de notar que en tan poco espacio haya tan grandes extremos.

362 En esta parte seca se hallan árboles diferentes de los de la otra parte, como es el guayacán, que es un árbol con que se curan los que tienen el mal de las bubas, que acá se llaman las infinitas; yo creo que este nombre han traído los soldados y gente plática que de poco han venido de Castilla. Ahora de poco tiempo acá han hallado una hierba que llaman zarzaparrilla, con la agua de ésta se han curado muchos y sanado de la misma enfermedad; de esta zarzaparrilla hay mucha.

363 Y porque sería nunca acabar si hubiese de explicar y particularizar las cosas que hay en estos montes, digo: que en esta costa que es tierra caliente conforme a la Islas, aquí se hallan todas las cosas que hay en La Española y en las otras islas, y otras muchas que allá no hay, así de las naturales como de las traídas de Castilla: aunque es verdad que no se han acá criado tantos árboles de cañafístola ni tantas cañas de azúcar; pero podríase criar y muchos más que allá; porque demás de algunos ingenios que hay hechos, son los indios tan amigos de cañas de azúcar para las comer en caña, que han plantado muchas que se dan muy bien, y los indios mejor a ella, y las venden en sus mercados todo el año, como otra cualquiera fruta. En la tierra adentro, lo que ella en sí tenía y con lo que se ha traído de España, y ella en sí es capaz de producir y criar, tiene aparejo para fructificar todo lo que hay en Asia y en África, y en Europa; por lo cual se puede llamar otro Nuevo Mundo. Lo que esta tierra ruega a Dios es que dé mucha vida a su rey y muchos hijos, para que le dé un infante que la señoree y ennoblezca, y prospere así en lo espiritual como en lo temporal, porque en esto le va la vida; porque una tierra tan grande y tan remota y apartada no se puede de tan lejos bien gobernar; ni una cosa tan divisa de Castilla y tan apartada no puede perseverar sin padecer grande desolación y muchos trabajos, e ir cada día de caída, por no tener consigo a su principal cabeza y rey que la gobierne y mantenga en justicia y perpetua paz, y haga merced a los buenos y leales vasallos, castigando a los rebeldes y tiranos que quieren usurpar los bienes del patrimonio real.